Por Alejandra Brener
Llevamos dentro muchas maternidades que se eslabonan en la cadena generacional. En ese entramado de vínculos madre-hijo, madre-hija, hija-madre, hijo-madre, existen lealtades, rebeldías o matices que nos impulsan a actuar la maternidad de determinada manera. La ejercemos no solo con la vida que ha salido de nuestras extrañas sino que con todos aquellos seres vivos que amamos. Porque fuimos hijos e hijas indefectiblemente y permanece latiendo en nosotros formas de atesorar esa manera de maternar. El amor materno es un proceso de liberación permanente, de entrega y a la vez de cuidado mutuo porque es un sentimiento que permanece más allá del tiempo y que trasborda las generaciones.
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